Deséame suerte
que quiero volver a ser niña desobediente
que sólo es fiel a ella misma
y dice la verdad hasta cuando miente.
Deséame suerte para ser niña valiente
que se pone de rodillas
solo para plantar una semilla que sabe que verá crecer
y regará con el placer del mal ajeno
que nunca supo desear a nadie.
Deséame suerte para ser
niña inocente que se las sabe todas
que nada la pilla por sorpresa.
También niña princesa
que puede soñarlo todo
y lo sueña
también niña risueña que no teme a la muerte.
Suerte para ser niña tijera
que se poda lo que han hecho brotar en ella
para envenenarla,
como el miedo.
Niña veredicto
que juzga su sentencia a cara o cruz
que es calma y conflicto
y le da igual.
Niña miga de pan
que se deja la piel en el camino para no perderse.
Que no cree en el destino
pero sí en echar a andar.
Niña huracán
que arrasa por donde pasa,
que lleva la casa a cuestas,
y por eso su pecho es hogar donde quedarse siempre un rato más.
Niña que se estrella cuando anhela ser una.
Niña luna que la admira por no ser fugaz.
Niña deseo.
Suerte para ser niña tiempo
que sabe nada es para siempre
y el hasta nunca una ilusión.
Niña canción que tararea cuando la inunda el silencio.
Suerte para ser más niña
porque ya no diferencio
quién soy por azar
y quién por inercia.
Niña paciencia
que sabe que todo llega
que el tiempo no corre,
pero tampoco espera
y que ahora es el momento.
Niña viento que se deja llevar por la corriente.
Que nunca se está quieta.
Niña con más de una faceta.
Niña afloja y aprieta.
Niña coleta alta.
Niña poeta.
Deséame suerte para ser niña diez.
O deséame niña para ser suerte,
otra vez.