14 de septiembre de 2015

10 de septiembre de 2015

Oliverio Girondo

Desatar el incendio.
Aplaudir el desastre.
Trasladar,
sobre caucho,
apetitos de pústula.
Prostituir los crepúsculos.
Adorar los bulones
y los secos cerebros de nuez reblandecida…
Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte.


— Oliverio Girondo -

1 de septiembre de 2015

Pedro Andreu

Vivir a medias o del todo,
de lado, del revés o bocabajo.

Vivir despacio, deprisa, sin aliento. 
Vivir en falso o a pecho descubierto, 
a las malas y en los días mejores. 
Vivir los cumpleaños y también los entierros.
Agarrarse a vivir hasta en los hospitales 
o en las clases de griego.
Hasta que duela el tuétano.
Vivir sin ganas aunque sea, 
porque ya llegarán 
las vivas ganas de estar vivo de nuevo. 
Vivir en los amores y en tu ausencia, 
en la cola del paro y el trabajo. 
En los libros, la mili, vacaciones.
Pero vivir, joder, ¡vivir!, 
a pesar de estar vivos o tan muertos 
como a veces estamos. 
Vivir a todo trapo y para siempre
como si no cerrase nunca por derribo
la existencia. Enfermos de vivalgia:
supervivientes.

-Pedro Andreu-